lunes, abril 17, 2006

SAN MIGUEL sobre las olas

Mi pequeño viaje a Calakmul me dejó una profunda experiencia sobre lo que el ingenio humano es capaz de crear para transformar su entorno, sin importar el momento de la historia en el que se encuentre... y también me dejó un dolor de piernas considerable.

El Domingo de Pascua decidimos no apurarnos demasiado, después de todo habíamos vivido una aventura muy cansada el día anterior, de modo que de casa no salimos hasta la tardecita después de haber dormido hasta la una de la tarde más o menos.

Yo no conocí el cóctel de camarones sino hasta que me lo incluyeron en un paquete de viaje hace más de un año a Celestún, YUC. de entonces me pareció un plato bastante agradable, de modo que me propuse comerlo de nuevo cuando visitara estas regiones. Después de mucho pensarle me fui con Iván a los mariscos que están frente al estadio 'Nelson Barrera' donde pudimos degustar un cóctel y también un huachinango... en realidad el pescado me gusta bastante, pero no frito porque me parece un plato demasiado fastidioso de comer dando mi temor a las espinas. Aún así la comida transcurrió sin pena ni gloria, con un servicio bastante mejorable.

Nuestro objetivo para después, era visitar los diferentes baluartes que conformaban el sistema de murallas de la ciudad de Campeche. Siendo un Domingo de Pascua en una población provinciana creo que sobreestimé el espíritu turístico de la ciudad... salvo el baluarte de San Pedro y la Puerta de Tierra todos los demás baluartes estaban cerrados. De modo que decidimos postergar la visita para otro día (que ya no sería gratis). Aun así tomé algunas fotografías en San Pedro que actualmente funciona como un pequeño museo dedicado a exhibir todos los géneros artesanales del estado de Campeche. El jardincito interior es absolutamente adorable, ahí pude captar estas imágenes.



Como todavía era bastante temprano como para la puesta de sol (que insistí en presenciar en San Miguel) nos fuimos a perder algo de tiempo en el Museo de Artesanías que se encuentra en el malecón, donde compré algunos recuerdos artesanales típicos... y recordé que no me he comprado el panamá que quiero desde hace tiempo.

Luego de un rato, nos movilizamos hasta el antiguo Reducto de San Miguel, una de las dos fortalezas que custodiaban a la ciudad de Campeche de los ataques provenientes del exterior. La historia romántica nos dice que se construyeron para rechazar las incursiones de piratas desde el mar, pero la verdad es que todas las fortificaciones de la ciudad se terminaron hasta el s. XIX, hacía más de 200 años que los piratas habían desaparecido del Golfo de México.

Si de algo estoy enamorado es de la fantástica vista que se tiene desde San Miguel al atardecer, se puede contemplar en su totalidad a la bahía de Campeche y toda la ciudad, la visión se pierde en un punto donde el azul del mar y el azul del cielo se unen mostrando un paisaje que parece salido de una pintura hecha en colores pastel. He pasado mucho tiempo arrobado por esta belleza mientras zurcaban por mi cabeza reflexiones sobre la majestad de la creación. No eres el mismo después de que has visto una puesta de sol desde San Miguel.



Pocos lugares existen más hermosos para hacerse una sesión fotográfica y jamás he desperdiciado la oportunidad. Gracias a mi excelente fotógrafo me llevaré bonitos recuerdos sobre San Miguel que siempre se quedarán en mi corazón. JOE




P.D. Lo que si me repateó un poco fue tantísimo huerco que había en el sitio nada más desconcentrando con su gritería y poco respeto al sitio. Justicia poética cuando una de las huercas se precipitó en el foso alrededor del castillo... bueno, no se cayó al foso, pero si se tropezó en el puente... a ver si así aprender a no andar de correlona y escandalosa.